20 mayo, 2009

LETRAS EN SILENCIO

Recuerdo claramente aquella ocasión en que Mario Benedetti vino a México a dar una lectura en Bellas Artes, era entrada libre, así que, junto con algunos amigos de la Facultad, nos formamos durante horas y horas y horas eternas para tener un buen lugar y poderlo escuchar. Tras mi azotón en las escaleras logré llegar, con todo y los lentes rotos, al último piso, donde me senté a disfrutar. En esa época –del 96 al 98– leía una y otra y otra vez los poemas del Inventario II –hoy deshojado, amarillo, pero aún orgulloso de haber sido mi gran compañero durante esos dos años de extraña soledad, vive en mi librero, codeándose con Rumi y Eliot–. Hoy saldrá a pasear, seguro lloraremos un rato, recordaremos juntos; y entonces lo volveré a guardar. Llevaba tres días sin ganas de releerlo, y así, con las letras de regreso, me quito el sombrero y hago una breve reverencia a quien en ese entonces me entendía con este poema... desde luego, ahora es diferente.

Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo

hay tanto siempre que no llega nunca
tanta osadía tanta paz dispersa
tanta luz que era sombra y viceversa
y tanta vida trunca

vuelvo y pido perdón por la tardanza
se debe a que hice muchos borradores
me quedan dos o tres viejos rencores
y sólo una confianza

reparto mi experiencia a domicilio
y cada abrazo es una recompensa
pero me queda / y no siento verguenza/
nostalgia del exilio

en qué momento consiguió la gente
abrir de nuevo lo que no se olvida
la madriguera linda que es la vida
culpable o inocente

vuelvo y se distribuyen mi jornada
las manos que recobro y las que dejo
vuelvo a tener mi rostro en el espejo
y encuentro mi mirada

propios y ajenos vienen en mi ayuda
preguntan las preguntas que uno sueña
cruzo silbando por el santo y seña
y el puente de la duda

me fui menos mortal de lo que vengo
ustedes estuvieron / yo no estuve
por eso en este cielo hay una nube
y es todo lo que tengo

tira y afloja entre lo que se añora
y el fuego propio y la ceniza ajena
y el entusiasmo pobre y la condena
que no nos sirve ahora

vuelvo de buen talante y buena gana
se fueron las arrugas de mi ceño
por fin puedo creer en lo que sueño
estoy en mi ventana

nosotros mantuvimos nuestras voces
ustedes van curando sus heridas
empiezo a comprender las bienvenidas
mejor que los adioses

vuelvo con la esperanza abrumadora
y los fantasmas que llevé conmigo
y el arrabal de todos y el amigo
que estaba y no está ahora

todos estamos rotos pero enteros
diezmados por perdones y resabios
un poco gastados y más sabios
más viejos y sinceros

vuelvo sin duelo y ha llovido tanto
en mi ausencia en mis calles en mi mundo
que me pierdo en los nombres y confundo
la lluvia con el llanto

vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo

07 mayo, 2009

hoy Louise tiene razón

Con 97 años a cuestas, la obra de esta francesa cada día es más real. Hoy se siente así.