30 enero, 2008

The Jane Austen Book Club

Pensar en Jane Austen en pensar en la complicidad y complejidad femeninas. Miradas, celos, enojos, malos entendidos, arrepentimientos y el inolvidable momento del primer beso, del primer roce, del primer todo; incluida la traición. Sus novelas han sido fuente de inagotable inspiración para películas, obras de teatro y hasta novelas, como El diario de Bridget Jones. Pero, además del festival anual, el baile de gala y la revista bimestral editada por el Jane Austen Centre, con sede en Bath –obvio–, faltaba una cosa más: una película en la que se expusiera abiertamente lo mucho que Austen ha influido en la mujer.
Así, en The Jane Austen Book Club cinco mujeres, cada una con una historia amorosa derruida o por colapsar, deciden reunirse durante seis meses para discutir las seis novelas de Austen: Pride and Prejudice, Northanger Abby, Sense and Sensibility, Mansfield Park, Emma y Persuasion. El integrante que falta es Grigg, el único hombre del grupo. Cada protagonista tiene algo común con alguna de las heroínas de Austen, obviamente Elizabeth Bennet es quien reluce por encima de las otras.
Robin Swicord, quien dirigió la película y fue nuera de Elia Kazan, aún necesita madurar antes de presentar un gran filme. Sin embargo, su pluma ha mejorado y sigue siendo una de las que mejor logran retratar el complejo universo femenino. Swicord, para quienes no lo recuerdan, es la guionista de Little Women (1994), Matilda (1996), Memorias de una Geisha (2005) y Practical Magic (1998).

28 enero, 2008

The Brief Wondrous Life of Oscar Wao

Cuando leí en el New York Times sobre The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, de inmediato quise buscar el libro. La historia de un joven americano con raíces dominicanas narrada en spanglish (aunque difiero con eso) y con referencias por doquier a El señor de los anillos y cómics, como Watchmen sonaba interesante. Además, tenía la garantía ya establecida por la pluma de Junot Díaz, quien se dio a conocer con Drown y que con esta novela se consolida como una de las grandes promesas de una nueva generación de escritores estadounidenses. En fin, más allá de ser nombrado el mejor libro de 2007 por el Times, ésta, simplemente es una gran novela.
Yunior, nuestro narrador, que a ratos comparte voces con Lola, es magistral. En ningún momento flaquea, en ningún momento deja de cautivarte. No importa si es en Manhattan, en Patterson, en los huertos de cañas, en la universidad o en dominicana, él sabe encantar. Su prosa es como la flauta de Hamelin, como el canto de la mangosta que protege a esta familia. Y ese español que se vislumbra aquí y allá sólo incrementa su musicalidad.
Pero vayamos al grano. La historia es la de una familia, de una a la que le cayó un fukú (una maldición), de una que literalmente cayó a causa de Trujillo: los Cabral. Muertos todos menos una: Belicia, ella será quien pague por la maldición y quien la transmitirá a sus hijos: Lola y Óscar. Lola, la 'negrita más hermosa de Patterson'; Oscar, un hermoso orgullo de dominicana con el corazón roto. Escritor, literalmente maldito, Oscar es la guía que nos permite conocer a esta familia: sus raíces, sus miedo y su profunda maldición: el amor profuso y eterno a quien no lo merece, a quien no debe ser.
Decir que es sólo una historia familiar demerita todo lo que envuelve, pero decir algo más es echar a perder una prosa que debes conocer.

21 enero, 2008

Lunes otra vez

Hoy pude haber empezado hasta una vida nueva... pero decidí hacer lo mismo de siempre...

16 enero, 2008

Las personas de gris

Hay seres grises que deambulan por los pasillos con las caras largas, tristes, serias, los hombros caídos, la joraba anunciándose, los pies arrastrados, pero no se ven cansadas. Tristes, hartas, serias... tal vez se equivocaron de vida o planeta y no lo saben. Contagian hasta el hartazgo, son los hombres de Momo, son los seres de Eliot. Conocí a uno y le tengo miedo, mucho. Correr, darse la vuelta, apretar los párpados para que desaparezacan. Son La Nada que se lleva todo y por más colores son más fuertes. ¿Cómo derrocarlos?

15 enero, 2008

Nuevos ganadores

La temporada de premiaciones de todo ya está aquí y también a pocos días de concluir. Aquí dos de los premios más reconocidos en el mundo de la literatura infantil y juvenil:

Newbery Medal:
Ganador
Good Masters! Sweet Ladies! Voices from a Medieval Village, de Laura Amy Schlitz
Mención honorífica
Elijah of Buxton, de Christopher Paul Curtis
The Wednesday Wars, de Gary D. Schmid
Feathers, de Jacqueline Woodson

Caldecott Medal
Ganador
The Invention of Hugo Cabret, escrito e ilustrado por Brian Selznick
Mención honorífica
Henry's Freedom Box: A True Story from the Underground Railroad, ilustrado por Kadir Nelson, escrito por Ellen Levine
First the Egg, escrito e ilustrado por Laura Vaccaro Seeger
The Wall: Growing Up Behind the Iron Curtain, escrito e ilustrado por Peter Sís
Knuffle Bunny Too: A Case of Mistaken Identity, escrito e ilustrado por Mo Willems

13 enero, 2008

Miedos


No sé subir árboles ni andar en bici, mucho menos patinar en ruedas o en hielo; tampoco sé usar una moto o manejar un coche estándar. Nunca he sentido el viento sobre mi rostro mientras bajo a toda velocidad por alguna pendiente. No sé de qué se tratan las patinetas ni los coches chocones. Nunca me he roto un hueso, ni me he raspado por jugar con brusquedad. Nunca me han tenido de suturar una cortada y mis cicatrices -las huellas de mi historia- se deben, básicamente, a picaduras de mosco o arañas o una que otra cirugía.
Soy hija única más por accidente que por gusto, de allí que mis progenitores tuvieran un miedo casi patológico a que el viento me tocara. Si veo mi cartilla de vacunación, sé que recibí un exceso de piquetes. Nunca me dio varicela ni otro tipo de enfermedad común en la niñez. Crecí tocando el piano, cosiendo mantitas, haciendo cadenas de gancho y leyendo, mucho. Siempre tuve muchas ganas de trepar un árbol, de tener una casita en el jardín, una igual a aquellas que había en los libros que leía, o de aprender a andar en bici, pero a mis padres les daba pánico que, al saber cómo hacerlo, me rompiera la crisma. Eso sí, nunca tuvieron problema en dejarme subir a cualquier tipo de montaña rusa (aunque no a las de la feria de chapultepec, en su mundo, esa enorme de madera se podía caer en cualquier segundo, específicamente en el que yo estuviera sobre de ella) y en dejarme ver lo que se me daba la gana (lo que me dejo un conocimiento bastante amplio del cine ochentero gringo). A todo esto, mis amigas que están más cercanas a lo 40 que a los 30, comienzan a tener miedo de todas esas cosas que a la fecha siguen siendo prohibidas para mí... y que me encantaría poder hacer. No sé si con el tiempo la gente se vuelva más consciente de su fragilidad, la mía me la dieron a conocer desde muy chica, y la respeto, pero a veces me gustaría tener doce y aprender a deslizarme en patines o, de menos, caerme de una bici.

12 enero, 2008

Algo que no debes hacer

Los tumultos son detestables. Los evito a toda costa, especialmente cuando se trata de visitar lugares célebres. Entre las tácticas: visitar museos en sentido contrario, ir a todo lo que se pueda de noche, no viajar en verano (a menos que no quede de otra), evitar las tiendas al super a 'la hora del soltero', es decir, después de las 10.00 de la noche.
Sin embargo, toda regla tiende a flexionarse y, como buena fan de toda película que sucede en Nueva York, incurrí en la poco brillante idea de visitar la estatua de la libertad, o más bien, de todo lo contrario...
En mi segunda visita a tan golpeada manzana tuve a bien despertarme con la muy, pero muy fija idea de llegar a visitar la estatua, tomar una copita abajo y disfrutar de la vista; además, me encantan los paseos en barquito, son una de mis grandes debilidades. Así que contra el inclemente viento C y yo llegamos a la taquilla compramos el boleto correspondiente, timamos a unos músicos diciéndoles que éramos ticos (obvio, no supieron tocar ninguna pieza célebre de Costa Rica) y pasamos una hora formados frente al mar.
Conforme nos acercamos a la entrada una poco simpático ser empezó a gritar con un altavoz. Nos pedía que nos pegaramos. "Like sardines, squeeze like sardines"... allí inició el problema.
A) No soy fan del contacto humano, mucho menos con desconocidos. Creo en el estricto metro de distancia que necesitas para sertir que tienes espacio vital y B) No soy ganado. Tras hacer que nos aplastáramos. Entramos a una tienda de campaña hechiza, aunque de grandes proporciones, en las que los 'polis gringos' nos hicieron quitarnos: zapatos, gorro, bufanda, guantes, abrigo, chamarra, cacles, reloj y cualquier otra cosa con metalito, incluídas llaves, celulares, moneditas, bisutería, etc. Mucho peor que en cualquier aeropuerto internacional y, obviamente, ya no había marcha atrás. El tío sam no nos iba a regresar los 12 dolaritos por boletos a esas alturas. En fin, para no quejarme demasiado y hacerles esto más breve:
1) el barquito contaminaba más que un pesero atorado en viaducto (humo negro por todos lados)
2) los asientos eran horribles e incómodos
3) tus 12 dolaritos no incluyen la entrada al 'monumento'
3) había gaviotas y pajarracos raros (así, con la misma mirada furiosa de los que captó Hitchcock)
4) y esperamos una hora para treparnos al mismo pinche barquito de regreso. Eso sí, todo amenizado por un tipito proactivo que pedía a la gente cantar Yellow Submarine en versión New York... y con una letra que decía más o menos: we all see the statue of libertu, the statue of liberty.
Así tras perder cuatro horas y media (de las cuales sólo una y media fue de caminar por el pedazo de isla y babosear abajito de la estatura), nos fuimos a paladear una deliciosa comida. Eso sí, confirmé mi lección y regresé a mi mantra tan amado que por cuatro horas perdí: no debo ir a lugares turísticos, no debe ir a lugares turísticos, no debo ir a lugares turísticos

03 enero, 2008

Buenas noticias: quesito apestoso es jefe

Jon Scieszka, the author of witty and subversive children’s favorites like “The True Story of the Three Little Pigs” and “The Stinky Cheese Man and Other Fairly Stupid Tales,” is to be named the country’s first national ambassador for young people’s literature on Thursday, a kind of children’s book version of the Library of Congress’s poet laureate program.

Si quieres leer la nota completa ve a: http://www.nytimes.com/2008/01/03/books/03laur.html?_r=1&oref=slogin

02 enero, 2008

Mis errores favoritos

He tenido la oportunidad de corregir las traducciones de muchas personas. Algunas han sido en verdad magnificas, pero otras me han sumido en la peor de las depresiones porque hay gente que, efectivamente, cree que habla y escribe bien inglés porque en el ¡kinder les enseñaron la canción de pollito-chicken, gallina-hen!. A continuación algunos de los errores inolvidables, ¡disfruten!
+ Vegetables with seasoning: vegetales de temporada
+ Pastured chicken: gallinas pasteurizadas
+ Ward: guardia
+ Point your toes: saca punta a tus dedos

Próximamente más errores de la traducción...